Todos queremos recibir un milagro. De hecho, quizás llevas tiempo pidiendo por lo mismo, todos los días, pero aún no pasa y ya hasta dudas de ti mismo o hasta de Dios preguntándote:
“¿Qué estoy haciendo mal? ¿Estoy orando como se supone? ¿Por qué Dios no me da mi milagro? ¿Será que Dios se habrá olvidado de mí?
La realidad es que Dios sí te quiere bendecir inmensamente y tiene grandes milagros que llevan tu nombre…
Incluso, Él ya está listo para entregarlos en tus manos.
Pero, a veces cometemos el error de preferir más el resultado del milagro que el que nos lleva hacia ese resultado.
Dios no se olvida de nada que tú le hayas pedido. Y conoce cada detalle de ti. De lo más grande a lo más sencillo. Así como conoce y tiene aún contados los cabellos de tu cabeza.
Tu milagro ya está hecho, pero tienes que ver que hay una gran diferencia entre lo que es pedir constantemente tu milagro y lo que es prepararte para el milagro.
Lo que es preparar el terreno para que puedas recibir ese milagro que tanto has anhelado.
¿Y sabes cómo se prepara? ¡Se prepara con tu fe!
La fe es la garantía de lo que se espera. La certeza de lo que no se ve.
Tienes que estar completamente seguro y convencido de que Dios ya hizo el milagro en tu vida.
Eso sí es tener Fe. Que Dios lo puede hacer y que ya lo hizo a través de su poder.
Cree con todo tu corazón que Dios está de tu lado, porque tú milagro está más cerca de lo que piensas.
Migdalia Rivera.