Dios no necesita más de lo que tú tienes. Él sólo usa lo que tienes en la mano, y un ejemplo de esto, es el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
Por ello, debes enamorarte (del) y enfocarte (en el) terreno que Dios te dio, y no en el que tú quieres tener.
Por eso la Parábola de las Monedas de Oro nos enseña que debemos ser fiel en lo poco y Dios nos pondrá a cargo de mucho más.
Ahora, permíteme contarte tres milagros manifestados a Moisés:
-La vara que se convirtió en serpiente cuando el Señor le preguntó a Moisés: -¿Qué tienes en la mano?
-La lepra que apareció cuando Moisés metió su mano al pecho y desapareció con el mismo acto.
-Cuando Moisés tomó agua del Nilo y la derramó al suelo convirtiéndose en sangre.
Cada una de esas veces, Dios tomó lo que Moisés tenía en sus manos.
Entonces, pregunto, ¿por qué hay veces en las que no vemos lo que tenemos?
Y es que resulta que solemos ver más lo que no tenemos que lo que tenemos en la mano. Siempre vemos que otros tienen más de lo que nosotros tenemos. Pero lo que tú no sabes es que puedes hacer maravillas con lo que tienes a través del poder del Espíritu Santo. ¡Pero no huyas de ello!
Noé no huyó de los desconocidos y obedeció. Abraham no huyó de la realidad de sacrificar a su hijo. Y lo más importante, Jesús no huyó de la realidad de morir en la Cruz.
Porque la obediencia a Dios implica un doloroso quebrantamiento de tu propia voluntad, pero también significa un paso a lo sobrenatural de Dios. Así que necesitas depender de la habilidad de Dios. De usar lo que sea que Él ponga en tus manos para hacer maravillas.
Recuerda que los primeros discípulos tenían menos de lo que tienes hoy disponible e hicieron cosas grandes.
Dios no se conforma con un “no” de los tuyos, pues fíjate en los milagros que has visto antes, y piensa en que puedes hacerlos mayores.
No huyas de lo que Dios te ha dado, porque es Dios quien hace todos los milagros.
Migdalia Rivera.