¿Has escuchado la historia de dos campesinos que oraron para que cayera lluvia sobre el campo en tiempos de sequía? Pues, te cuento…
Uno de ellos comenzó a orar a Dios en su casa para que lloviera sobre su terreno y entonces poder prepararlo. El otro, por su parte, fue a orar al campo por su tierra y comenzó a prepararla a pesar de que había sequía.
Ahora, dime tú… ¿Quién crees que va a recibir la bendición de la lluvia primero?
Y es que la Fe se muestra con hechos, y eso fue lo que hizo el segundo campesino, quien oró y creyó que la lluvia se acercaba. Y aún viendo con sus ojos la sequía, comenzó a preparar su terreno, pues él sabía que la sequía era temporal.
De la misma manera, tienes que abonar y preparar tu terreno para recibir la lluvia de bendiciones que va a caer sobre ti.
Tienes que abonarla con Fe, con Oración, con ánimo, y tienes que desechar todo lo que te esté deteniendo para alcanzar tus metas.
Pero tienes también que declarar con tu boca que tú milagro ya está hecho en el Nombre de Jesús. Recuerda que tu oración es la llave para abrir las puertas de los Cielos.
Pero es tu Fe la acción que va a provocar que la lluvia descienda sobre tu tierra.
Tu Fe no va a sobrevivir tan sólo con pedir o suplicar un milagro. La Fe conlleva a un milagro cuando demuestras con tus obras, con acciones, porque la Fe por sí sola no tiene obras. ¡Esta muerta!
De hecho, en Santiago 2: 17-18, podemos leer que:
…la Fe por sí sola, si no tiene obras, esta muerta. Pues bien, muéstrame tu Fe sin las obras y yo te mostraré la Fe por mis obras.
Cambia tu manera de pensar. Comienza a creer que Dios lo va a hacer y toma acción para alcanzar tu milagro.
En otras palabras, dale vida a tu Fe, prepara tu terreno, ora con fe y cree que lo que tanto quieres, ¡ya lo tienes!
Pon en acción todo lo que necesitas hacer, y estarás listo(a) para cuando llegue tu milagro.
Migdalia Rivera.