Tú ¡necesitas ver a Dios!
Si yo digo que el niño se parece a la madre, es porque he visto el rostro de su madre.
Y es que yo no puedo comparar nada con algo que no he visto. Es decir, si yo te veo, pero no he visto a tus familiares, no podría comprarte con ninguno de ellos.
El que puede decir “yo tengo una vida maravillosa”, es porque ha visto a Dios y conoce lo que es una vida maravillosa en Dios.
Ahora, fíjate en lo que dice Juan 4:12:
Nadie ha visto jamás a Dios…
Entonces, si yo no lo he visto, ¿cómo es que puedo expresar que tengo una vida maravillosa en Dios? ¿Cómo es que muchos podemos declarar que lo conocemos? Si no los hemos visto. ¿Cómo podemos ver milagros manifestarse de alguien a quien no hemos visto nunca?
Seguramente te preguntas: ¿entonces cómo es que puedo ver a Dios?
Y aquí culmino con Juan 4:12:
…pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros, su amor se ha manifestado plenamente.
Ese “nos amamos” desata la presencia de Dios presente en nosotros. Ahora, sí no amas a quien puedes ver, ¿cómo podrás amar a Dios?, a quien no has visto.
Si quieres ver a Dios, comienza a amar a tu prójimo, inclusive, a aquellos que te han hecho daño.
Sólo ámalos, para que los que te vean, puedan decirte: “¡Te pareces a tu Padre Celestial!”.
No olvides que cuando amas, se refleja la imagen de Dios a través de tu vida.
Dios no está tan lejos como para poder verlo. Está tan cerca como tu hermano, como tu hijo, como tu padre o como tu madre…
¡Ámalos! ¡Perdónalos! Y otros podrán ver a Dios en ti…
Migdalia Rivera.