Dime algo… ¿Qué ves cuando te miras al espejo? Hay algo, no tan sólo físico, que te define como único(a) y exclusivo(a), y esa es tu identidad.
Por eso, para vivir una vida maravillosa en Dios, necesitas conocer tu verdadera identidad.
Y es que tú no naciste con la necesidad de cambiar de identidad, porque Dios te hizo perfecto(a). Por tal motivo, nunca deberías de cambiar ni por moda, ni por presión de tu grupo, ni porque te critiquen, ni siquiera por querer agradar a alguien…
Lo que llevó al enemigo de las almas al fracaso eterno, fue que quiso cambiar de identidad. En otras palabras, quiso ser igual a Dios y, por eso, fue expulsado del cielo.
Ahora, este que era un ángel, quedó desordenado y desorientado. Quedó sin autoridad y, sobre todo, derrotado.
Entonces, sólo hace falta un desorientado para que alguien le dé órdenes. Por eso, con tu identidad como hijo de Dios, tienes la autoridad para darle órdenes a tu enemigo.
Le puedes decir con confianza que tu identidad es Dios, y que tienes autoridad. ¿Y sabes qué? Sólo así podrás dar órdenes a tu enemigo y luego decirle: “¡Déjame en paz!, porque yo no pienso cambiar mi identidad”.
Recuerda que fuiste creado con un propósito, y salirte de él, es querer operar fuera de tu identidad.
Victoria, orden y orientación seguirán siempre a los que no cambien su identidad en Dios.
Así que deja ya de luchar con las armas que no te pertenecen; ganar tus batallas es cuestión de asumir tu identidad en Dios. Y una vez que la asumas, lo sabrás, porque Alegría, Gozo y Paz sobreabundante estarán contigo siempre, y podrás disfrutar de una vida maravillosa en Dios.
Migdalia Rivera.