Descansar es una necesidad importante y confortante para el ser humano.
Sin embargo, el lugar de descanso no puede ser cualquier lugar, porque si el colchón no es el correcto, terminarás sintiendo mucho dolor.
Y es que las luchas y las aflicciones son parte del día a día, pero no debemos dar por hecho que no tienen solución. De hecho, la Biblia dice:
En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense!, porque yo he vencido al mundo.
Por supuesto que nadie quiere vivir momentos difíciles, pero cuando no pueden resolverlos, acomodan las aflicciones en un colchón en el que han decidido descansar por siempre, provocando mucho dolor.
Entonces, lo primero que Dios hace cuando nos va a mover desde donde estamos hacia donde Él quiere que estemos, es incomodarnos, para que salgamos del colchón incorrecto.
Pero permíteme darte un ejemplo:
Cuando estás durmiendo, si alguien viene y te levanta, seguramente te sentirás muy incómodo, porque hubo una interrupción de tu descanso, y aunque no hayas estado en el lugar más cómodo, pero porque no habías terminado la siesta, te incomodas sí o sí.
Entonces, acomodarnos en un colchón incómodo, no debe ser nuestra meta final, porque convertiremos la adversidad en una costumbre. Y acostumbrarse a la incomodidad es hacer de nuestro colchón el último milagro de Dios.
A propósito, el Salmo 23:1-2, nos alienta con la siguiente palabra:
El Señor es mi Pastor y nada me falta: en verdes pastos me hace descansar.
Vivir momentos de incomodidad no significa una derrota final; son sólo transiciones para llegar a algo mejor, porque Dios nunca te ahoga porque Él te da tiempos de descanso en medio de la adversidad…
Descansa en Dios. ¡Confía en Él! Y pasarás tus momentos más difíciles en los pastos verdes de Dios.
Allí sentirás el verdadero descanso, y cuando te levantes, estarás lleno de fuerzas.
Recuerda que Jesucristo venció en la Cruz para darte una vida maravillosa…
Migdalia Rivera.