El ayuno bíblico (Parte 2)

¿Qué hace el ayuno en nosotros?

Cuando nosotros ayunamos, estamos venciendo la tentación de satisfacer los deseos de nuestra propia carne…

¿Cómo lo hacemos?

Bueno, realmente nos estamos disciplinando, porque es una lucha con nuestra carne y con nuestro espíritu y estamos llevando a esa carne y a nuestro ego, literalmente, al límite…

Es decir, al punto en el que éste último sepa que no puede operar. Que se tiene que quitar, que ya no puede tomar control y dejar el Espíritu de Dios para que Él sea el que obre en nosotros. 

Por eso debemos someternos al Espíritu de Dios y no sembrar para nuestra propia carne.

Por eso nos disciplinamos cuando ayunamos. Pero también, estamos estableciendo prioridades.

Cuando una persona conoce el propósito de Dios para su vida, establece sus prioridades. Sabiendo que lo primero, es primero. Y que lo número 2, es número 2…

Porque si Dios nos da dones a cada uno de nosotros, no es para que sea consumido o alimentado por nuestra propia concupiscencia, por nuestros propios deseos…

Si Dios nos da dones, es para que los usemos para bendecir a otros. 

Debemos decir todos los días, y orar al Señor y pedirle: “Señor, bendíceme para que yo pueda bendecir a otros”.

Cuando nosotros ayunamos, eso nos lleva a vivir en Santidad. Es decir, permaneciendo apartados del pecado. Y ahora… ¡Podemos vencer las tentaciones!

Como para algunos es muy difícil vencer tentaciones, pues cuando nosotros ayunamos, permanecemos apartados del pecado y ahora vencemos cada una de las tentaciones que vienen a atacarnos.

Cuando ayunamos, eso nos lleva a ser servidores, mejores servidores, los servidores que Dios quiere, los siervos de Dios. Porque antes de satisfacer nuestros propios deseos, debemos pensar en los demás como una responsabilidad de Reino.

Pero, sobre todas las cosas, tener el deseo de no desagradar a Dios.

Por eso te invito a que ayunes para que veas cosas maravillosas, cosas nuevas en tu vida, y milagros. También, para que conozcas, entres un poco más y le permitas al Espíritu de Dios operar en ti.

Migdalia Rivera.